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miércoles, 14 de marzo de 2012


Despertarme por la mañana, y sentir tu mano abrazándome, cierro de nuevo los ojos y me vuelvo a dormir unos minutos más. Me encanta como siento el roce de tu cuerpo desnudo contra el mío. Esta sensación que me recorre el cuerpo, ni he abierto los ojos y ya sonrío. No quiero moverme ni un milímetro. Te acaricio con cariño tu cara, y todo parece ser perfecto. Suena el despertador, la pereza me prohíbe levantarme. Tú me agarras más fuerte. Me giro y te doy un beso, el beso de “buenos días vida mía”. Tú me lo devuelves y parece que hoy solo existe el idioma de las caricias. No quiero más. Solo quedarme a tu lado. No soltarte. Nunca. Mirarte a los ojos y darte un pequeño mordisco en la punta de la nariz. Nos miramos y sonreímos. No quiero pensar, no me apetece hablar, no necesito oír, tan solo sentirte. Escucho tus latidos, que retumban fuertemente en tu pecho. De fondo se oye una canción, y tu suavemente, con una voz muy tenue me la cantas. Parece que el sueño nos vuelve a absorber pero antes, me das un pequeño beso en la frente, el más dulce de este mundo. Y bien acurrucados y juntos, volvemos a cerrar los ojos.
Parece que los dos pensamos “SIEMPRE”.


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