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martes, 21 de enero de 2014

Que vuelvan.

Que vuelvan los días en que la adrenalina llegaba a su tope, cuando silbábamos hasta marearnos y gritábamos hasta la afonía. Que retornen esas mañanas preparando pancartas, ilusionados más que el día de Reyes.Que regresen esas asambleas repletas de personas y personajes, en las que durante horas el megáfono se iba turnando con diversas opiniones, ideas e ideales, que nos enseñaron más que toda una vida de escuela. Que no se olviden las caceroladas, las okupaciones, los abrazos regalados, ni los regalos en forma de abrazo.Que no se pierda esa ilusión que nos mantenía, la alegría convertida en histeria hasta el punto de temblar, las ganas, esa idea de que cada día de lucha iba a dar sus frutos. Lo que hacía que jamás apareciese la palabra derrota, porque insistíamos una y otra vez. Manifestaciones bañadas de agua, y otras tantas vacías.
Que tampoco lo haga ese maravilloso vinculo tan estrecho, igualándose o superándose al de una familia. Llegar a la plaza y tener la certeza de que te esperaban veinte abrazos a lo mínimo, y esa sensación para cualquiera es confortable, pero pensad por un segundo para un mendigo, un "don nadie" que jamás sintiera ese amor. Excursiones a Madrid en la que el compañero de lucha se convertía en tu segundo abuelo, o en un sencillo primo/tío más. 
Algo maravilloso. No olvidemos lo que mantenemos, y retomemos de nuevo lo perdido. 








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