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viernes, 19 de septiembre de 2014

Mis dos mitades.

Mis dos tesoros. 
Si tuviera que definirme, creo que lo haría explicando que soy 50% abuela Julia, 50% abuela Nieves. 
La primera, con ese carácter, ese "acelere", ese no parar quieta, que la llevo a acompañarme con 9 añitos a mi primer "gran viaje", enseñándome lo que ahora es mi gran pasión, viajar. La abuela inquieta, aventurera, atrevida, que se lanzó a Inglaterra a trabajar sin saber ni el idioma, y que como dice ella "estoy siguiendo sus pasos". La abuela fuerte como un roble, que con sus años puede perfectamente cogerte en volandas, la abuela de los crucigramas, las sopas de letras, y el cuatro en raya.
A esta también hay que echarle las culpas de mi vicio hay chocolate y al azúcar. La que por mucho que me diga que soy yo la reina, ella lo sabe que es a reina de las reinas.
Y la otra... mi segunda mitad, no se ni como empezar. Es la güelita de la paciencia, la de "oye niña, esas palabras", la de las pizzas, patatas fritas y croquetas todos los viernes. Es la abuela que la convivencia nos ha hecho tener una gran gran confianza.
Decirme a mi si no calificaríais como "super abuela" a una señora de 80 años (que aparenta 20 porque está guapísisima) que maneja el Facebook mejor que sus nietos, que para llamarla por teléfono casi hay que pedir cita, porque todo el día esta fuera. Una super abuela capaz de superar todos los problemas, de saltar los baches y de todavía tener energía y más de ayudar a los demás. Eso es una de las cosas imprescindibles que me ha enseñado, a ponerme en el lugar del otro, y en siempre ayudar.
Una mujer que da visitas guiadas en el museo, da charlas, va a conferencias, escribe... Ahí otro aspecto que me ha inculcado, la cultura, y sobre todo, la escritura.
La abuela que me aguantó en momentos no buenos, que me enseñó a esperar, a tener paciencia, y a que si hay que hacer una cosa, hay que hacerla lo mejor posible siempre.



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