Seguidores

domingo, 23 de noviembre de 2014

Ser valiente es no renunciar a la deliciosa libertad de equivocarse,
por eso saco la conclusión de que soy la chica con más cobardía de muchos kilómetros a la redonda. Las pausas, el buenos días asegurado,
me da miedo.
Puede que esté huyendo de la estabilidad,
del te quiero sin dudas y de los mimos y caricias de después de cada polvo.
Nos contradecimos cuando llamamos libertad a atarnos de garra y corazón,
o no.
Nada tiene menos normas que el amor,
igual  eso es lo que me asusta.
Puede ser que quiera escapar de la cucharita a media noche, o de las miradas más que cómplices.
Y es que joder,
que bonito es eso de enredarnos en sentimientos,
vale la pena el sudor del esfuerzo, por solo los segundo de adrenalina al caer en lo mas alto de tu sonrisa.
Es que son bonitos hasta los días confusos,
en los que te tambaleas, como un funambulista en su cuerda, que estás apunto de caer al vacío,
es bonito bailar con la duda, saludar al temor y hasta llorar con la incertidumbre,
porque justo entonces, y solo en el momento en el que no desistes porque no te quedan fuerzas,
viene la alegría corriendo a darte un abrazo por detrás,
y vuelve las ganas,
te inundas de energía,
y tus poros radian brillantes, como el verde nuclear.
Dicen los de La Fuga  que pueden vivir de una alegría,
y es que en ese instante el mundo deja ese royo de la gravedad,
 y nos ponemos a hacer pesas con él.


No hay comentarios:

Publicar un comentario